El rancho Izaguirre fue asegurado en 2024 por la Guardia Nacional,
corporación que se lo entregó a la Fiscalía de Jalisco, la que, según la FGR,
no realizó los procedimientos que debió haber hecho para asegurar el predio y
cumplir con la cadena de custodia y otros aspectos relacionados con un sitio
del que la derecha y la izquierda buenaondita se están agarrando para construir
una narrativa basada en el exterminio y el traslape ahistórico y distópico de
lo sucedido en la Alemania nazi. Hoy, la izquierda buenaondita se “duele”
porque la apertura del rancho a la prensa y las madres buscadoras pudo implicar
la “destrucción de evidencias”. Al parecer, a esa izquierda que se subió a
especular periodísticamente, se le está cayendo otra narrativa y una supuesta certeza
sobre la desaparición en México.
La izquierda buenaondita, en primer lugar, Julio Astillero, hoy lamenta
el derrumbe de sus certidumbres. Lo mismo sucede entre el periodismo “en
resistencia”, en realidad especulativo, y periodistas activistas, como Marcela
Turati, quienes pretenden hundir al gobierno de la 4T, sin cuestionar el
momento en que fue “revelada” la existencia de un rancho que fue previamente
intervenido y asegurado en 2024. Asimismo, no hay preguntas sobre la filtración
y acceso que se otorgó, como una especie de privilegio, a un colectivo buscador
de desaparecidos. No hay que desconfiar en los hallazgos del grupo que busca a
sus familiares, pero hay que cuestionar las narrativas y los escenarios que
dieron, tanto a la derecha como a la izquierda buenaondita y el periodismo
especulativo, elementos para convertir el rancho Izaguirre en un campo de
exterminio nazi, para construir, ideológica y políticamente, un “holocausto
mexicano”.
El derrumbe de las certidumbres de la derecha y la izquierda buenaondita,
es realmente pasmosa. Ahora bien, la FGR frivolizó un hecho que duele, con un
fiscal en el que nadie confía, pero desnudó la narrativa de la derecha y la
izquierda del exterminio y el campo nazi. Si a la izquierda buenaondita se le
derrumban sus certezas, igualmente, a la derecha carroñera se le están cayendo
su propias narconarrativas. Sin duda el show mediático de las fiscalías federal
y jalisciense, no deja de ser insultante. Sobre todo, el golpe a los colectivos
de madres y padres que buscan a sus desaparecidos, pero los montaron en una
narrativa que podría reducir su credibilidad. Recordemos a la madre buscadora
que supuestamente “encontró” un sitio en el que fueron incinerados cuerpos en
CDMX, pero lo hizo para apoyar a la corrupta candidata del PRIAN, Xóchitl
Gálvez.
Los desaparecidos son una realidad en México. Durante los gobiernos del
PRIAN, la desaparición fue una práctica del Estado mexicano. Décadas antes, el
PRI desapareció a miles de mexicanos por la represión y la guerra sucia. Después,
el PRIAN aprendió muy bien la lección. Entre 1988 y 2017, miles de mexicanos
fueron ejecutados y desparecidos, sin que la derecha y la izquierda buenaondita
se percataran. Y si se dieron cuenta, recataron sus comentarios. Nunca Julio
Astillero especuló tanto –en su periodismo dizque de “resistencia”- por los
desaparecidos. San Fernando, Tamaulipas se le perdió a Julio Astillero en sus
especulaciones, pero el rancho Izaguirre es hoy su gran tema.
No hay duda de las desapariciones. Quizás tampoco de que algunas
propiedades hayan funcionado como sitios de entrenamiento y quizás de asesinato
de algunas personas reclutadas y que se rehusaran a ser parte del sicariato,
pero de ahí a afirmar que México es un campo de “exterminio”, como los
fascistas en México y Estados Unidos pregonan en redes sociales y los medios
corporativos golpistas, es solo la fantasía de la derecha mexicana para invadir
nuestro país. Los desaparecidos vienen de los gobiernos del PRIAN, no del
actual gobierno. Los mexicanos deben tener claro que estamos ante una campaña
hueca e insultante en contra de la presidenta de México. Es hasta vergonzosa la
campaña de la ultraderecha, derecha y fascistas en México.